Flora y Ulysses

Esta insólita película basada en un libro es tan tonta como cabría esperar de su premisa, pero también tiene un astuto impacto emocional. Si se le escapa una lágrima por el destino de, sí, una ardilla, atribúyalo a la impecable y adorable animación de Ulysses y a la actuación de Lawler como la aparentemente inteligente pero interiormente abatida Flora. Resulta totalmente convincente como niña de 10 años que mantiene la compostura mientras sus padres se desmoronan. Sabes que no debería estar en esa situación, como tampoco debería estar sentada en el asiento delantero del nuevo coche deportivo de su padre, pero eso forma parte de la locura y también del peso del papel. Flora vuelve a unir a su familia gracias a la fuerza de su convicción... en una ardilla mágica. Si su historia es real o imaginaria, eso ya es cosa suya. Pero es la propia creencia de los personajes en la magia lo que les ayuda a redescubrir la esperanza, la confianza y el camino a seguir.

Siguiendo con el uso que Flora y Ulises hace de las metáforas de superhéroes, la propia Flora no es diferente de la creación de su padre, el superhéroe incandescente, cuya luz salva a las almas de la oscuridad de la desesperación. El Incandesto vestido de oro (Darien Martin), que aparece regularmente para animar a Flora, es sólo uno más de los extravagantes pero simpáticos personajes del reparto, que también incluye a William, un tipo seco y formal que tiene un inexplicable acento británico y una ceguera que resulta ser (como él dice) "histérica", y al agente de control de animales Miller, obsesionado con las ardillas y feliz con los tranquilizantes, cuya manía recuerda a la de Bill Murray en Caddyshack. Como pueden dar a entender estas dos descripciones de personajes, la película no parece especialmente preocupada por la corrección política contemporánea. Esto, unido a las referencias de antaño y a una banda sonora que incluye clásicos de Tom Jones, MC Hammer y Cat Stevens, da a Flora & Ulysses un aire un tanto retro.