Sonic 2: La película (Sonic the Hedgehog 2)

Transformar un personaje de videojuego en un divertidísimo alienígena preadolescente que quiere ser superhéroe es un golpe de brillantez. Es una forma increíblemente eficaz de transmitir mensajes positivos a los espectadores menores. Dicho esto, la comedia de acción encarna casi demasiado el punto de vista de Sonic: Parece un niño de quinto grado drogado con azúcar, corriendo a toda velocidad en un millón de direcciones diferentes. Parte de la historia se centra en cómo ha evolucionado la relación de Sonic con Tom y Maddie desde la primera película. Son los guardianes de Sonic y lo tratan como a un hijo, y a lo largo de la historia llegan a reconocer que son una familia. Pero como Tom y Maddie funcionan como sus padres, los guionistas tienen que quitarlos del medio para que no impidan que Sonic se lance a una aventura salvaje. Viajan a Hawai para la boda de la hermana de Maddie, Rachel (Natasha Rothwell), en una subtrama que pretende atar cabos sueltos pero que en realidad crea una distracción innecesaria de la historia de Sonic.

Mientras tanto, al Dr. Robotnik le ha crecido el bigote tanto como la locura y se ha exiliado al Planeta Champiñón. Mientras trabaja para dominar el mundo, otra subtrama presenta a su adorado secuaz, Stone (Lee Majdoub), tratando de reunirse con su jefe. Aunque es muy divertida, esta aventura abarca demasiado, tratando de mostrar a los niños lo que significa ser un héroe, lo que significa ser un amigo y lo que significa ser una familia. Todo se traga y se digiere, pero se tarda mucho en masticar. Aun así, es probable que la historia serpenteante sólo preocupe a los adultos. Los niños pensarán que esta secuela, como Sonic, es de otro mundo.