Toy Story 3

Si solamente todas las "películas infantiles" pudieran ser tan bien hechas y tan queridas. La consistencia del elenco de voces (incluso Andy que es interpretado por el mismo actor y que ahora tiene 20 años), la brillante animación y los chistes son solo algunas de las razones por las que esta película no cae en el olvido. Algunos de los aspectos más destacados de la película son las nuevas bromas que resultan ser tan cómicas, como cuando a Buzz lo "resetean" en modo español y termina haciéndole declaraciones de amor a Jessie. Los antagonistas de la película, liderados por Lotso con la voz de Beatty, tienen motivos creíbles para actuar tan egoístamente, y Ken con la voz de Keaton está tan graciosamente obsesionado con la ropa (y dolido por ser considerado un "juguete de niña"). Al final, todos los personajes tienen sus momentos para brillar (Barbie, los extraterrestres, un abnegado Mr. Potato Head que se vuelve muy creativo cuando la situación lo exige), y cada juguete obtiene el "feliz para siempre" que se merecen.
Pixar, de Disney, es posiblemente el único estudio en la historia de Hollywood que tiene tantas películas exitosas. Aunque algunas de las películas terminan teniendo más atractivo para los adultos (Ratatouille y WALL-E probablemente no obtienen tanta rotación de DVDs como Finding Nemo o Monsters Inc.) que otras, las películas de Pixar siempre superan las expectativas. Por lo tanto, no debería sorprender que la tercera entrega de la franquicia Toy Story sea otra vez sensacional. Nos encantan tanto estos juguetes que no podemos parar de alentarlos a través de todas las batallas que enfrentan contra Sid, el vecino sádico, el codicioso Big Al y el egoísta Stinky Pete. Por eso cuando Andy arroja los juguetes en una bolsa de basura, nuestros corazones se agitan, y cuando esa bolsa termina en la caja de donaciones en lugar de un compactador de basura, suspiramos de alivio. Y cuando en algún momento pareciera que nuestros queridos héroes puedan haber llegado realmente al final, nos ponemos tensos, o en el caso de los preescolares, derraman una lágrima o dos. (Y si ese momento no te atrapa, la escena en la que la madre de Andy mira alrededor de la habitación vacía y le dice adiós ciertamente lo hará).