Pequeña Ellen

Esta serie brillante, colorida y cálida no tiene mucho que ver con la verdadera Ellen, pero está bien: los niños no necesitan saber nada sobre la comediante para disfrutar de estas encantadoras aventuras. Visualmente, es un placer verla, con fondos de estilo retro, pintados a mano, de los aspectos más destacados de Nueva Orleans. Ellen y sus amigos son divertidos (por supuesto), amables y, a veces, se sienten frustrados por los desafíos; en la serie con frecuencia se encuentran aprendiendo formas de modificar las expectativas y ser resilientes frente al cambio. Por ejemplo, una visita a un festival local no sale según lo planeado; no quedan pastelitos de arándanos, y no logran sumergir al músico local Funky Chunk en el tanque apestoso (sí, es el tanque apestoso de Funky Chunk).

Estas lecciones pueden parecer pequeñas, pero son muy valiosas para el público al que se dirigen, como dice Gramsy (la encantadora y animada June Squibb): "A veces los planes cambian, y eso está bien". La propia Ellen aprende una lección poderosa cuando no puede animar a su gato Charlie a pesar de muchos esfuerzos. En última instancia, se da cuenta de que "estar triste con alguien a quien amas es la forma más feliz de estar triste". El excelente guión incluye muchos juegos de palabras divertidos que hacen que la serie se sienta vibrante y que las relaciones sean sólidas; sin importar lo que pienses de la verdadera Ellen, la serie Pequeña Ellen es encantadora.