Roma

Después de la maravillosa Gravity, el director Alfonso Cuarón continúa con lo mejor que puede, volviendo a su infancia para hacer este amoroso homenaje a las mujeres que lo criaron. La película es una gloria visual poética y cristalina, que demuestra el dominio elegante, natural pero completo de Cuarón sobre la luz, el espacio y el ritmo. Recuerda películas como Sunrise y The Night of the Hunter, así como el trabajo de maestros europeos como Bresson, Fellini y Antonioni. Pero en cuanto al tema, pertenece completamente a Cuarón, ya que sigue a sus personajes moviéndose a través de un espacio realmente hermoso, masivo y, a veces, amenazante. Continúa usando las tomas continuas e ininterrumpidas que son tan características de su trabajo, y aunque ya ha demostrado ser un maestro en el uso del color, aquí su uso del blanco y negro demuestra que es tan hábil con las sombras como con las texturas. (La toma inicial, con un avión reflejado en un charco en el piso, es una belleza). Y su recreación detallada de la Colonia Roma de principios de los años 70 es impecable, desde la música y la comida hasta los autos y el uso de expresiones muy mexicanas.

Cleo, quien representa la realidad de millones de empleadas domésticas en América Latina que básicamente hacen todo en la casa, incluso despertar a los niños por la mañana y cuidarlos por la noche, es un personaje extraño. Ella parece inexpresiva, casi como si fuera tímida para mostrar sus emociones. Pero cuando lo hace, es tierna y conmovedora. En Roma, Cleo realmente lo pasa fatal, pero al igual que en sus otras historias de mujeres (A Little Princess, Gravity, etc.), el enfoque de Cuarón es delicado y afectuoso; no quiere aporrearla. Las pruebas y dificultades de Cleo se presagian con pequeñas señales, como un leve terremoto en un hospital o un incendio, que sugieren indirectamente un conflicto. Incluso los momentos más intensos, como cuando una protesta se convierte en un motín violento o Cleo da a luz, se manejan como si el espectador estuviera sorprendido o no lo creyera. El cineasta está de nuestro lado, no intenta impactarnos. Lo más conmovedor e inolvidable de la película son los pequeños y breves momentos de alegría y belleza, toques que hacen de Roma otra obra maestra de Cuarón.