Mujercitas (2019)

Esta adaptación de la entrañable historia de Alcott sobre la hermandad, magníficamente interpretada y cuidadosamente dirigida, es exactamente el clásico moderno, sincero y edificante que necesitan los cinéfilos. Veinticinco años después de que la directora Gillian Armstrong cautivara al público con su interpretación estelar de las hermanas March, Gerwig ofrece su visión a una nueva generación, con un reparto de lujo, toques de época exuberantes y evocadores, y una historia que se centra aún más en las ambiciones creativas de Jo. Gerwig consigue incluso tratar el viejo problema de Laurie (la Laurie de Chalamet es incluso más soñadora que la de Christian Bale en la película de 1994) con más matices que los que le dieron cineastas anteriores. También es la primera directora que consigue que Amy (la excelente Pugh) resulte simpática.

Ronan vuelve a ser reveladora al explorar el carácter apasionado, obstinado y testarudo de Jo. Dern está fabulosa como la paciente, cariñosa y sabia Marmee, y Meryl Streep parece divertirse como nunca como la rica y deliciosamente crítica tía March. Aunque cuesta un poco adaptarse al hecho de que Pugh interpreta tanto a la impulsiva preadolescente como a la lúcida debutante Amy, la actriz es tan buena que no importa. La Beth de Scanlen roba escenas con su silenciosa pero poderosa generosidad, y la Meg de Watson es hermosa y amable. Los secundarios son igualmente impresionantes: El rico pero sensible abuelo de Laurie (Chris Cooper), el tutor y pretendiente John Brooke (James Norton) y el trascendentalista veterano de la Guerra Civil, el padre March (Bob Odenkirk), son retratados con gran cuidado. La encantadora adaptación del personaje de Gerwig es tan conmovedora como sus predecesores, y también está llena de esperanza en un mañana mejor, uno en el que la familia March creyó, por el que luchó, defendió y modeló con sus valores y acciones.