Rubia

El director Andrew Dominik ha creado una película biográfica ficticia ambiciosa y atrevida, pero demasiado larga, centrada en una notable actuación principal de Ana de Armas. Dominik claramente tenía la intención de que Rubia abrumara e incluso se sintiera cruel en ocasiones, aparentemente para reflejar las experiencias de vida de la ficticia Marilyn Monroe/Norma Jean. De Armas está excelente en el papel, encarnando a Marilyn a la perfección. Si alguien se queja de su (muy leve) acento cubano, solo recuérdele las innumerables veces que los actores estadounidenses han interpretado a otras nacionalidades. Pero esta Monroe es esencialmente unidimensional: está ansiosa, vulnerable, emocionalmente torturada, siempre insatisfecha, abusada e incomprendida. Se mueve de hombre en hombre (llamándolos a todos "papi") y parece al borde constante de un ataque de nervios.

Muchas escenas de Rubia son fantásticas e intencionalmente provocativas. La película es creativa desde el punto de vista narrativo y visual, e incluye una escena de sexo en la que los cuerpos parecen estar flotando, estirándose y derritiéndose, o ángulos de cámara destinados a mirar desde el interior de una vagina o un inodoro. Los ángulos de cámara, el enfoque, el color y el sonido evocan la mentalidad y el estado de ánimo de Marilyn. Algunas de estas técnicas son bastante efectivas y memorables, otras simplemente se sienten vistosas y se relacionan más con la forma que con el contenido. En última instancia, para el espectador, menos hubiera sido más. Con casi tres horas de duración, el ejercicio es agotador. ¿Quizás estamos destinados a sentirnos tan desorientados y agotados como esta Marilyn ficticia, que pregunta dónde terminan los sueños y comienza la locura?