Star Wars Episodio III: La venganza de los Sith

La historia del origen del icónico Darth Vader, con su respiración asmática y túnica negra, es un poco interesante pero no es innovadora. Las motivaciones de Anakin son básicas (aunque no intenta hablar de sus decisiones con Padmé, faltándole el respeto). De hecho, el ángulo más convincente de la película es que Anakin es tan joven que sus ideas son inmaduras: Temeroso de perder, no puede aceptar lo que sucede y por eso cambia la forma de toda la galaxia esencialmente para salirse con la suya.

Al igual que otras películas de Star Wars, La venganza de los Sith está llena de impresionantes efectos especiales: Aunque los escenarios urbanos futuristas parecen vacíos, las escenas de lucha espacial parecen sacadas de un videojuego. Yoda estuvo bastante vencido aquí; una escena en la que Obi-Wan (Ewan McGregor) monta un lagarto gigante y lucha contra los enemigos en un vehículo mecánico de múltiples patas es emocionante, y a veces divertida, pero también implica una lucha violenta, lo que podría asustar a algunos niños más pequeños. Aunque la historia se centra en el dilema de Anakin, los personajes secundarios no se quedan atrás, especialmente Obi-Wan, que sigue mostrando paciencia, sabiduría y carisma, y Padmé. Palpatine parece creíblemente vulnerable justo antes de mostrar su temible potencial, pero Mace Windu (Samuel L. Jackson) y el senador Organa (Jimmy Smits) no tienen mucho protagonismo, mostrando el mayor problema en la franquicia de Star Wars: demasiada atención en detalles técnicos y un trama "universal", pero con poca atención a los detalles de los personajes.